martes, 26 de abril de 2011

HISTORIA DEL GRUPO CATATUMBO ASOCIACIÓN DE SCOUT DE VENEZUELA (Segunda entrega)

GRUPO SCOUT
C A T A T U M B O

Estoy consciente de haber ofrecido como segunda entrega lo que sigue:
• El nombre final
• La pañoleta
• Las bandera
• Las primeras tradiciones

Sobre el nombre final no queda otra cosa por decir que adoptamos el de Catatumbo, ya que el original del que hablamos en la otra entrega, Pioneros del Catatumbo no sonaba como muy largo. Con ese nombre aparecemos en los primeros carnets que nos acreditan como dirigentes del Grupo Catatumbo 14, que fue el primer número con el que fuimos distinguidos. La razón de por qué pasamos a ser 19 la contaremos oportunamente.

De la pañoleta ya escribimos en relato aparte. Quizás deberíamos de añadir que, como parte de una tradición Pionera (seguramente de carácter general en los scouts) hacíamos un nudito en la punta derecha para recordarnos de la obligación de hacer una buena acción.
Pero antes de entrar en la historia de la fundación del grupo y de creación de la bandera, cosa que haremos en la próxima entrega, vamos a insistir en la vieja historia de la Pioneros, porque las primeras tradiciones de nuestro grupo nacieron allí, y porque debemos rendir homenaje a aquellos que con su ejemplo digno nos trazaron el camino a seguir.

Quiero aclarar que este relato, que me ha sido solicitado por mis hermanos del Catatumbo que actualmente corresponde el honor y la gloria de dirigirlo; Karina, Gabriel, Andrés, que con los demás dirigentes conforman el mejor Consejo de Grupo, porque es el que mantiene viva esa llama que nació un día ya lejano, hace 52 años, y que como cualquier criatura, había tenido una concepción anterior a ese preciso momento.

Es pues la historia del Grupo Scout Catatumbo, pero también la mía personal, desde 1955 cuando ingresé al movimiento hasta 1974, cuando lo dejé como miembro activo. Para completar esa larga historia, la del grupo, vamos a necesitar que los que vinieron detrás (el señor Cutillas siempre estará presente a través de sus hijos y de todos los que estuvieron con él, y escribo “señor Cutillas”, porque a mi juicio es el único que merece ese trato entre nosotros, aunque haya quien pretenda que le digamos así), repito, vamos a necesitar que los que vinieron detrás prosigan con el relato.

En este relato me voy a referir a nuestros últimos pasos por el Pioneros y por la historia de uno de los cinco fundadores; Rogelio González, ejemplo de ejemplos, y sobre quien me enteré que partió hacia la Gran Fogata, con Tom, con Luis Enrique, con el señor Antonio Cutillas.
De todos es conocido que yo nací en España; lo que seguramente no conocen es que en España no había scout porque gobernaba un dictador, y los dictadores no se llevan bien con los hombres libres que somos los scout.

Mi papa viajó a Venezuela un año antes que el resto de la familia, y abrió una sastrería en Bello-Monte (Sabana Grande), en la 2da, calle, en el estacionamiento de una quinta propiedad del papa de Rogelio, quien con el tiempo sería uno de los fundadores de nuestro grupo y su primera Akela. Pero estoy corriendo mucho.

Rogelio era Guía de Patrulla en la Tropa Pioneros 13. Todos los sábados salía de su casa correctamente uniformado, con su banderín de patrulla, a la reunión del Colegio Americano que quedaba en la acera de enfrente. Eso despertó en mi padre recuerdos pasados, pues anteriormente a la mencionada dictadura había habido un movimiento scout en España, al que él no pudo pertenecer pero que siempre despertó su ilusión.

Recuerdo que me escribió relatándome el caso y me dijo que, con la recomendación de Rogelio, tendría un cupo en los scouts cuando viniese a Venezuela. La realidad no siempre coincide con los sueños (casi nunca coincide), así que cuando por fin pude entrar en el Grupo Pioneros, después de un año de pasantía como emigrante, lo hice en el clan y no en la tropa.

Allí fueron mis hermanos, Franco Berni, Segundo Pino, y sobre todo mi padrino Daniel Nougués, los que me enseñaron a ser scout, a remar mi propia canoa y servir sin esperar ninguna recompensa por las buenas acciones. Aprendí que todos los seres humanos somos iguales, hermanos, sin distingo de raza, credo, nacionalidad, oficio o profesión, situación económica o situación física. Y aprendía a amar a Venezuela y a sus gentes.

El Pioneros era un auténtico clan al aire libre. En los años que permanecí en sus filas hicimos tres excursiones al pico Naigutá. Dos a la Silla de Caracas. Varias a Los Venados. Una, que recuerde, a Kanoche, por Galipán, saliendo a La Guaira. Innumerables a Maiquetía y La Guaira, por el Camino de Españoles y por el Camino de los Indios (en el primero Valero consiguió un medio florín, espada de tres filos, cuya empuñadura aún tenía restos del baño de oro original y que parecía provenir de la época colonial). A las estribaciones este del Pico Naiguatá, (Segundo Pino era un auténtico baqueano de aquellos parajes) por lo que hoy es el club Izcaragua, en cuyo trapiche (hoy casa-club) acampamos. Una memorable fue la bajada desde San Diego a Los Anaucos, y donde una serpiente cascabel persiguió a Nogueira por el centro de la quebrada y Daniel con su horqueta logró matarla sin que el primero cayese en cuenta del peligro que habían corrido. Osma, también varias veces cuando no había carretera y se salía de Los Caracas por una trocha que remontaba la montaña, y cuando la “civilización” no había dañado a aquellas buenas gentes. La planta de la electricidad del Encantado, cruzando el rio Guaire por un puente de monos, después de haber caminado por la vieja vía del tren que una vez viajó a Santa Lucía, y donde perdí el habla cuando vi mi primera culebra, al costado izquierdo de la entrada de un túnel (no sé quién de los dos, si ella o yo, pasó mayor susto, pues escapó a todo lo que le daba su cuerpo renqueante). Curupao, donde algunos practicaban el arte de atrapar culebras. Mi primera excursión, que fue a algún ligar de la carretera Panamericana, donde Daniel me enseñó a prender un fuego con un solo fósforo (sin “agua mágica”), y él se quemó pestañas y bigote cuando estaba soplando su propia fogata y un cambio de viento le echó la llama en la cara.

Era también un clan de servicio. Recuerdo que mi primer servicio, aún sin uniforme, fue recorrer las casas de la urbanización Altamira, con un alcancía, pidiendo para FIPAN. Y nos abrían, y colaboraban, y hasta nos ofrecían refrescos. Sin duda, eran otros tiempos.

Creo yo, a falta de quien me contradiga, que los más importantes fueron como clan de servicio en el Cuarto Campamento Nacional de Patrullas, en el Consejo, Estado Aragua (Hacienda Santa Teresa), que después de una tarde-noche de lluvia se inundó y tuvimos que construir un puente de monos por encima de una quebrada y trasladar a todos los muchachos a otro lugar más alto y seco, en medio de la tormenta y la lluvia. El otro, o mejor, los otros, fueron a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, cuando por ocho días, junto con nuestros hermanos de los demás grupos, hicimos de policías, de fiscales de tránsito, de enfermeros, y en general, de apoyo a una población que nos recompenso generosamente el empeño. Aún recuerdo las palabras del Contralmirante W. Larrazabal cuando ordenó cesar en el servicio, por la radio de la patrulla en la que era asistente del comandante de la misma, Scouter Adolfo Aristigueta Granco. Allí nació una amistad y un respeto mutuo que nos acompañó hasta su desaparición; Adolfo, Rover de Rovers, de ti aprendí lo que se del roverismo.

Pero volviendo a las palabras del, para entonces, Presidente de la Junta de Gobierno de la República de Venezuela, ellas fueron poco más o menos (desfiguradas por mi memoria): “Scouts, misión cumplida, podéis retiraros a vuestras actividades privadas. La Patria nunca olvidará el servicio y el sacrificio que le habéis brindado”. Recuerdo que la radio transmitió el mensaje cuando rodábamos por la avenida Lincoln, en dirección hacia Sabana Grande. Yo vivía en la Av.
Orinoco, cerca de ahí. Me quedé dormido y desperté dos días mas tarde en mi cama.
Este largo relato, homenaje al Clan Pioneros, y punto de partida del Catatumbo y sus tradiciones, termina con una excursión que no relaté arriba con el propósito de dejarla para el final: Rogelio había sufrido una parálisis infantil (enfermedad terrible, hoy día controlada gracias al Dr. Salk, médico de origen judío, creador de la vacuna), que le había dejado prácticamente inútil el lado izquierdo de su cuerpo. Solo su voluntad de hierro, y la hermandad scout que no hace burla de la desgracia de los demás le permitían dirigir su patrulla y ser admirado por ello. Pero llegó el día en que tenía que pasar al Clan. El padre se negó. No lo juzgo, su dolor al ver a su hijo en esas condiciones debe haberle hecho pensar en que era mejor protegerle.

Hablamos con el padre. No fue fácil. Nos comprometimos a cuidar a su hijo con toda de dedicación y amor, pero le enseñaríamos a remar su canoa, a no depender de nadie sino de sí mismo. Y accedió, y con ello le dio a su hijo la oportunidad de una vida plena; la oportunidad de vivir de sus logros y no de la caridad de su familia o de la sociedad.

Cuando ya teníamos encaminada la idea de la fundación del Grupo Catatumbo hicimos una última excursión con el Pioneros a un paraje que, en aquellos tiempos era de ensueño. Hay, o había, un muy poco transitado camino o trocha que iba de Curupao a la población de Anare, entre Naiguatá y Los Caracas. Alguien del clan había hecho esta caminata y trajo referencia de un lugar subiendo por la mencionada población de Anare, llamado La Fila del Indio (nombre que se repite con frecuencia en esas montañas). Un valle prodigioso, seguramente a unos 1.400 mts., de altura sobre el nivel del mar. La subida desde Anare, de donde partimos, es muy fuerte, pero después el camino o trocha discurre por laderas de colinas de gran belleza natural, con una vegetación no muy tupida, lo que permite disfrutar de un paisaje de maravillosa plasticidad.

Cuando llegamos al lugar y montamos nuestras tiendas Rogelio nos informó que en su pie bueno se le había encajado una uña, lo que le hacía casi imposible el caminar. A la hora del regreso, el siguiente día, su situación había empeorado; no podía caminar en lo absoluto. Pero como reza el dicho: “a grandes males, grandes remedios”. Después de evaluar la situación llegamos a la conclusión de que la única manera de sacar a Rogelio de allí era a caballo, sobre nuestras espaldas. Hay que toma en cuenta que en adición había dos morrales más; el de Rogelio y el del cargador de turno. Repartimos las guardias y emprendimos la dura tarea, en la que además estábamos obligados a sonreír para que él no sufriera vergüenza. La ayuda de Dios y el espíritu scout fueron nuestro socorro. Cuando ya habíamos caminado algunos, pocos, kilómetros, apareció un campesino con un burrito. El campesino se apiadó de nosotros ni nos permitió montar a Rogelio en el animal, con lo que llegamos a Anare como émulos de Sancho Panza. Creo recordar que hay una foto del hecho, que si no está en papel al menos está en mi memoria.

Así de una desgracia hicimos una fiesta. Así nos demostramos a nosotros mismos de cuanto éramos capaces y el valor de la hermandad. Y de ahí surgió la tradición de que para el Clan Catatumbo no hay tarea im-posible, que años más tarde tradujimos en el grito de guerra del clan cuando nos proponíamos algo muy difícil o peligroso; “NO SE LE PARA”.

3 comentarios:

  1. Rogelio.. Un Scout admirable..
    Le conoci a poco de entrar al Catatumbo en 1970.. hacia poco tiempo que habia fundado el Grupo SCout Dr. Gutierrez Solis en el hospital Ortopedico Infantil de Caracas al que asistian los pacientes de ese hospital.. niños con manor a mayor gardo de impedimentos.. El catumbo era uno de sus mas asiduos visitantes.. era grandioso poder compartir con esos niños y competir en equipo o no con sus patrullas.. correr con nuestros hermanos scouts en silla de ruedas o incluso en camillas.. junto con ellos o compitiendoles.. (claro, siempre los dirigentes se inventaban alguna cosa para nivelar el asunto como amaarra a toda la patrulla y hacerla correr junta.. mientras ellos iban de au no)..
    Que gran diversion en una actividad diferente que ademas nos enseñaba solidaridad y hermandad..
    Rogelio ademas en sus ultimos años Fue Presidente del Grupo de Empresas de Buena Voluntad que ofrecen empleo a muchas personas con discapacidad..
    Gracias Rogelio, por todo lo que nos enseñaste..
    Servir, Daniel Sequera Ruiz

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  2. yo conoci a rogelio gonzalez en mis pasos por la manada del calasanz 140 y tuve la oportunidad de participar en una mas que otra actividades de la entidad distrito federal cuando estuve en la tropa fue un gran dirigente y amigo era un hombre muy preocupado por el buen desarrollo de la actividades scouts

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  3. kerbi pino 21 de enero 2014
    Saludos al grupo scout y que bueno saber sobre los pioneros en realidad me siento orgulloso de lo descrito en este parrafo ya que mi padre (Segundo Pino) no solo me conto de sus anécdotas si no que hasta lo ultimo de su retiro camino todos estos senderos hermano gracias por recordarlos y tenerlos presente me comunicare con el grupo scout ya que mantengo una gran cantidad de fotos de esos momentos

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